--“Gaudete”- “Alégrense” --  

– 11 de diciembre de 2022 -.

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos Hermanos:

Este tercer Domingo de Adviento está dominado por la alegría de la espera del Salvador, cuya venida está ya cercana. La antífona de entrada de la Misa marca la tónica dominante: “Estén siempre alegres en el Señor, se lo repito: estén alegres. El Señor está cerca”. Esta consigna repetida en el Adviento debe permanecer todo el año; si el Señor está cerca, su proximidad no debe ser motivo de tristeza sino de gozo. El viene en persona y nos salvará, hará brotar la justicia y cancelará nuestra condena.

“El desierto y el yermo se regocijarán...”: Los deportados de Israel, soñando con su liberación, se imaginaban ese día maravilloso como aquel en el que serían vencidas todas las enfermedades y aflicciones (Isaías 35, 1-6ª.10). Con imágenes impactantes el Profeta anuncia la llegada de los tiempos mesiánicos, dándonos una idea de todo lo que suscita la entrada de Dios en la historia. Y para disipar toda duda nos afirma Isaías: “Fortalezcan las manos débiles, afiancen las rodillas vacilantes”. -Ese sueño se hizo realidad con Jesús: “los ciegos ven, los inválidos andan y a los pobres se les anuncia la Buena Nueva”. Con su respuesta a los discípulos de Juan Jesús anuncia que, con su venida, han llegado los tiempos mesiánicos (Mateo 11, 2-11). – La mirada y enseñanza de Santiago respecto a la cercanía de la venida del Señor es optimista, paciente y sobria; nos recomienda el Apóstol la paciencia en la espera, sin descuidar la firmeza demostrada en las obras de la fe (Santiago 5, 7-10).

Para entender el Evangelio de Jesús y seguirlo hay que tener el “espíritu de pobre”; así nos lo explicará el mismo Jesús más adelante, en el capítulo cinco de este evangelio de san Mateo. Si no sentimos necesidad, si pensamos que los bienes y riquezas de este mundo nos bastan, nunca comprenderemos su mensaje. Entonces el Evangelio será para nosotros un gran libro con grandes ideas e historias hermosas y edificantes y nada más; pero nada recibiremos porque nada hemos querido recibir. Para recibir el Evangelio es necesario ser pobre, por eso los pobres rodeaban y entendían a Jesús: “Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos…”

“Concédenos, Señor, llegar a la Navidad -fiesta de gozo y salvación- y poder celebrarla con alegría desbordante” (de la oración Colecta de este Domingo).