– “El mandamiento nuevo” –

--15 de mayo de2022 –

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

Después de “escuchar la llamada” a seguir al Buen Pastor el pasado domingo, hoy nos encontramos con Jesús en la intimidad de la Cena; el mismo que nos ha prometido darnos la Vida Eterna, hoy nos asocia a la misma desde la experiencia terrena de la Iglesia, experiencia que debe conducirnos a la plenitud de su gloria por su mismo camino: El camino del amor. Pero el amor que Cristo nos ofrece no pasa, y El quiere sellar su alianza uniendo el servicio manifestado en el lavatorio de los pies con su muerte en la cruz. La sangre derramada nos muestra la medida de su amor sin límites. Pero sin el mandato de amarnos todo lo anterior quedaría desconectado de la verdadera vida: tanto de la vida terrena presente, como de la vida eterna a la que están destinados los que El ha elegido.

“Amarnos los unos a los otros” constituye ese nuevo mandamiento en el cual todos los mandamientos anteriores de la Ley encuentran su cumplimiento y plenitud. Además, no consiste en un amor dependiente de la sensibilidad, de las circunstancias o de la necesidad; consiste en un amor “como yo los he amado”: y El nos amó “hasta el extremo”.

Las tres lecturas de este domingo están marcadas con unas características que les dan la unidad buscada en el mensaje del mismo: ‘Trabajo apostólico’, ‘visión de la gloria’ e ‘intimidad con Cristo’. Es menester vivir en esos tres planos para verificar la experiencia cristiana en toda su plenitud. -Los Apóstoles vivieron un momento excepcional de intimidad con el Señor durante la tarde del Jueves Santo, cuando les confió el mandamiento nuevo del amor fraterno (Juan 13, 31-33ª.34-35). Sólo una experiencia personal y la esperanza de la Jerusalén de lo alto (Apocalipsis 21, 1-5) pudieron asimismo sostener a San Pablo y sus colaboradores en medio de las pruebas que hubieron de sufrir por el nombre de Jesús (Hechos 14, 20b-26).

También podemos llamar este domingo “Domingo de los ministerios”, como lo podemos inferir de esta primera lectura de Los Hechos de los Apóstoles: Pablo y Bernabé vuelven a visitar, en su regreso, las comunidades (iglesias) que habían fundado con la predicación y las van consolidando designando ministros gobernantes (presbíteros) para que las presidan en las oraciones y las enseñanzas evangélicas.

La Iglesia siempre tendrá que volver a la frescura de sus tiempos apostólicos fundacionales para no perder: ni el entusiasmo del primer amor, ni la fuerza de la unidad.