– 8 de mayo de 2022 –

“Domingo del Buen Pastor” –

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

Siempre el cuarto Domingo de Pascua nos trae un mensaje vital para la Iglesia de Cristo; porque el “Domingo del Buen Pastor”, en el que cada año recibimos la llamada vocacional centrada en el sacerdocio ministerial, nos enseña, inspira y motiva a seguir a Cristo. En Cristo, desde el Bautismo, está “escondida nuestra vida” en el decir de San Pablo. En El somos llamados y, desde El somos enviados a predicar el Evangelio. Esa llamada y envío que oímos primero referida a los Apóstoles, los cristianos todos la entendemos también en un sentido amplio para toda la Iglesia y, particular, para cada uno de nosotros. De todos modos, el origen está en el llamado de los consagrados al ministerio apostólico, lo que supone que todo apostolado y en todo nivel de compromiso y consagración, tiene el sello de Jesucristo y va dirigido en la misma dirección: Proclamar el mensaje y Convocar a la integración en la Iglesia. La Iglesia define este propósito y encuentro final en Cristo con la misma palabra que se define a sí misma: COMUNION.

La Liturgia de hoy nos presenta a Cristo como Cordero y Pastor: “Cordero Pascual”, en cuya sangre son purificados nuestros pecados (Apocalipsis 7, 9.14b-17) “El Cordero será su pastor y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas”. Y “Pastor” que da la vida por las ovejas (Juan 10, 27-30) “Yo doy la vida eterna a mis ovejas”. -Por encima de cualquier imagen es ante todo el Hijo de Dios a quien los santos adoran en el cielo. – Los Apóstoles emprendieron su labor misionera precisamente para anunciar en su nombre la salvación a los gentiles. Dicha labor podrá hallarse sembrada de dificultades, mas los discípulos de Jesús seguirán “llenos de alegría y de Espíritu Santo” (Hechos 13, 14.43-52); primero anunciarán el mensaje a los judíos, rechazados por estos se “dedicarán definitivamente a los gentiles”.

Hoy la Iglesia se dedica especialmente a llamar al sacerdocio y a la vida religiosa consagrada a sus fieles, mirando especialmente a los jóvenes en edad de discernimiento vocacional. En la juventud tenemos una sensibilidad especial para “dejarlo todo y seguir a Cristo” sin embargo, Dios no tiene límites en su amor y generosidad, tampoco la edad cronológica debe constituirse en limitación para el seguimiento del discípulo.

El texto evangélico de hoy (Juan 10, 27-30) es el más breve de los propuestos para los tres ciclos de lecturas en este cuarto domingo de Pascua, sin embargo, considerando los evangelios de los Ciclos A y B  (Juan 10, 1-10 y Juan 10, 11-18) para mejor comprensión del texto, encontramos que hoy nos llama Jesús a una intimidad y pertenencia que sólo encontramos en la relación personal e íntima de la oración. Sin oración, sin hacer de nuestra relación personal con Cristo algo esencial en nuestras vidas, nunca seremos capaces de oír su voz y sentir su llamada; o sea, escuchar y comprender en el corazón las palabras y el llamado del Buen Pastor.