– 1o de mayo de 2022 –

“Domingo de las apariciones”

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

El tiempo pascual nos regala las historias de la Iglesia naciente con toda la frescura de los acontecimientos que nos cuentan los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles; mientras el Apocalipsis (o Revelación) nos aporta la perspectiva escatológica con la visión de la Iglesia Triunfante del Cordero que, mientras sufre persecución en el tiempo, se encamina hacia la eternidad, haciendo de cada persecución una ocasión de crecimiento y de cada mártir un triunfador que ha alcanzado la corona de gloria.

Cristo resucitado es, a la vez, el absolutamente íntimo, que dispone en la playa la comida para sus discípulos a su regreso de la pesca (Juan 21, 1-19), y el absolutamente Santo a quien los ángeles adoran en el cielo como al Dios Vivo (Apocalipsis 5, 11-14). Por el convencimiento que de esto tenían Pedro y los demás Apóstoles fueron tan firmes en el testimonio que dieron de la resurrección de Jesús ante las autoridades y pudieron lanzar con serenidad el gran desafío de la fe cristiana: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5, 27b-32.40b-41).

Sin una esperanza firme en el destino que tenemos como Iglesia no nos sería posible hoy, a nosotros, cumplir el cometido que asumimos cuando comprometemos nuestra vida de testigos, nacidos a la vida verdadera (la eterna) en el Bautismo. Las Escrituras hoy nos invitan y urgen a imitar a los Apóstoles y a todos los discípulos de esa primera generación de cristianos, que siguen siendo el modelo a imitar y la sociedad de creyentes que siempre estamos llamados a establecer, en una correlación distinta de la del “mundo”; cimentada sólo en la Fe y en el que es el fundamento de la misma: “Cristo Jesús, muerto y resucitado”.

Sin una amistad personal y profunda, como la que nos invita Jesús a realizar con él en el evangelio del día, no nos sería nunca posible “obedecer a Dios antes que a los hombres”, ni soportar las persecuciones “contentos de haber merecido esos ultrajes por el nombre de Jesús”. Los cristianos no somos masoquistas ni buscamos la confrontación inútil o viciosa, pero estaremos siempre dispuestos a sufrir por nuestra fe y en la fidelidad a Aquel que dio su vida para que tuviésemos vida en abundancia.

A veces olvidamos que las persecuciones no son cosa del pasado, que siempre serán la consecuencia de ser testigos de la verdad y fieles a esa verdad, fieles a Cristo. En nuestro tiempo podrán presentarse de formas más variadas y sutiles, pero también hoy tenemos más conocimiento del hombre y de los subterfugios de la mente humana y de las mañas del maligno a quien sirven. Tomar la iniciativa del amor y la fidelidad a Dios y a la misión que no ha encomendado, también significa ser creativos y, como solemos decir en nuestros días, “proactivos” en una acción apostólica que sepa aprovechar los medios de nuestro tiempo: LOS HIJOS DE LAS TINIEBLAS los utilizan para el mal, los HIJOS DE LA LUZ los utilizamos para proclamar la ‘buena noticia de la salvación en Cristo”.