– Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo –

-14 de junio de 2020-

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos Hermanos:

Hoy la Iglesia celebra la Solemnidad de Corpus Christi, fiesta que nos llama a centrar nuestra atención en el Misterio de la Eucaristía. Cristo se nos da en comida y bebida, y no como un recuerdo, sino como una conmemoración. Esta palabra apela, en el pensamiento teológico y en su expresión litúrgica, a la comprensión del “don del Señor” que se queda y entrega eficazmente, como “comida y bebida de salvación” en las especies sacramentales de pan y vino, transubstanciadas en su Cuerpo y Sangre: “Pan de vida y bebida de salvación”.

Cada vez que celebramos la Eucaristía en la Misa, estamos actualizando el suceso de la Cena del Señor y el misterio que allí ocurre y que nos es revelado en él. El Misterio Eucarístico, como todo misterio de fe, oculta y revela al mismo tiempo: Oculta, porque nuestro entendimiento no nos permite comprenderlo todo en su más profunda realidad y significación; revela, porque nos muestra en los signos la realidad que celebramos.

No tenemos otro remedio que acoger los signos y, por ellos, lo significado; vamos de lo conocido a lo desconocido, de lo visible a lo invisible. Pero lo invisible (y ésa es la razón de la necesidad de los signos sacramentales) es más real que lo visible; porque lo visible es temporal y pasajero, mientras que lo invisible es perdurable y eterno.

Deuteronomio (8, 2-3.14b-16ª) nos relata cómo Dios alimentó a su pueblo en el desierto con el maná. Pero ese alimento no preservaba de la muerte a cuantos lo comían. – Jesús, por su parte, es el verdadero pan de vida: “El que come mi carne y bebe mi sangre, nos dice, tiene vida eterna” (Juan 6, 51-58). – San Pablo añade en su primera carta a los Corintios (I Cor. 10, 16-17) que, al participar del cuerpo del Señor y compartir su cáliz, los cristianos pasan a formar entre ellos mismos “un solo cuerpo”.

La oración Colecta de la Misa del día nos recuerda que el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo es el memorial de su pasión, y pide que recibamos sin cesar su fruto. -La oración sobre las ofrendas pone de relieve el significado del banquete del Señor: el pan único y el único cáliz son el signo de la unidad entre todos los que participan en la comunión; la Eucaristía estrecha la unidad del pueblo de Dios en la fe y en el amor. -La antífona de comunión evoca la intimidad que origina la Eucaristía entre Cristo y quien la recibe; y la oración de poscomunión nos hace descubrir en ella el sabor anticipado de la vida divina, que compartiremos con Cristo en el cielo. -Teniendo a mano el Misal, podrán apreciar mejor los textos de las oraciones de la liturgia de este día y el profundo mensaje de las mismas; así como el texto de la larga Secuencia propia, hermoso poema que nos transmite una inigualable catequesis sobre el Misterio eucarístico.

Pero no nos quedemos paralizados en la contemplación, necesaria para poder interiorizar el Misterio de Cristo revelado en la Eucaristía. Se ha dicho que somos lo que comemos. El pan que yo mastico (es el verbo griego utilizado para hablarnos de comer el pan en la comunión) está constituido por el fruto de la tierra y de mi trabajo. Y es precisamente este pan el que se convierte en el Cuerpo de Cristo que yo como. El Espíritu Santo que descendió sobre el pan y ha hecho que este pan se convierta en el Cuerpo de Cristo, ahora, al comerlo, hace emerger de mí el Cuerpo de Cristo, es decir, la vida como comunión con todos en un único Cuerpo que es la Iglesia.