– “Han llegado los tiempos mesiánicos”--

 – 12 de diciembre de 2021 –

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

La irrupción del Bautista supone la llegada de un profeta, de un precursor que prepara los caminos y pone en cuestión las vidas de las gentes; denuncia el pecado y anuncia un porvenir de esperanza. El verdadero precursor anuncia siempre una buena noticia, porque nos acerca el reino de Dios; es un enviado y un testigo de ese futuro absoluto que es Dios y que Dios nos hace venir. A la vez, la Buena Noticia es una demanda de cambio, de justicia, de reparto de bienes.

San Pablo nos invita hoy a vivir con alegría, con mesura y en acción de gracias, puesto que el Señor está cerca (Filipenses 4, 4-7). – Esta alegría, nacida de la presencia íntima de Dios, llenaba ya el corazón del profeta Sofonías, quien saludaba en esperanza la llegada del día del Señor (Sofonías 3, 14-18ª). – En el evangelio, Juan Bautista anuncia la próxima realización de la esperanza de Israel: “Viene el que puede más que yo”. Pero, al mismo tiempo, Juan nos enseña que tenemos que prepararnos para su venida con la práctica de la justicia y compartiendo lo nuestro con los necesitados (Lucas 3, 10-18).

Partiendo de la conversión posible, de la aplicación de los deberes de nuestro estado de vida y considerando también nuestros condicionamientos personales, el Bautista nos llama a una conversión más profunda. En el Adviento somos llamados a corregir nuestra conducta y a dejar cualquier vicio que obstaculice esa conversión.

En el Bautismo ya fuimos transformados a imagen de Cristo; la dinámica de la vida cristiana consiste, desde entonces, en la conversión continua que reproduzca en nuestro comportamiento y en las opciones que asumimos en la vida, esa imagen de Cristo plasmada en nuestra alma. Lo invisible se hace visible en la revelación de Dios a su Pueblo; asimismo la vida de Cristo, invisible a la vista de los hombres, debe revelarse a ellos a través de nuestro vivir y obrar. Viviendo en Cristo y por El, somos un continuo Adviento para un mundo sediento de Dios.