– 1º de agosto de 2021−

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

La doctrina sobre la Eucaristía y toda la vida espiritual de la Iglesia que emana de ella, así como la proyección y práctica pastoral en la Iglesia, tiene como fuente escriturística el texto del evangelio según San Juan que estamos proclamando y meditando a partir del pasado domingo y que aun permanecerá en la liturgia de la Palabra dominical por tres domingos más (Juan 6, 1-69).

Siendo éste un texto que debiéramos leer y meditar profundamente durante este tiempo en que está siendo proclamado solemnemente en las Misas dominicales y predicado, con toda la Gracia de comprensión y bendición que nos vienen cuando la Palabra de Dios es proclamada y explicada a los fieles en la Liturgia de la Iglesia.

Muchos otros pasajes bíblicos anteceden, apoyan, replican y revelan el MISTERIO, sobre todo el que nos trasmite, en los Evangelios Sinópticos, el relato de la misma Institución de la Eucaristía en la Última Cena de Jesús con sus discípulos; relato y tradición que San Pablo recibe y nos trasmite con precisa fidelidad en su Primera Carta a los Corintios (11, 23-26), siendo éste el texto más antiguo que nos trasmite esta TRADICIÓN.

Al multiplicar los panes en el desierto, Jesús se presentó como el nuevo Moisés. Éste había obtenido de Dios que enviara del cielo un alimento para su pueblo hambriento, conforme leemos en la primera lectura (Éxodo 16, 2-4.12-15). - Jesús nos da el pan de vida, es decir, se nos da Él mismo. Nos invita a comerlo ante todo en la fe (Juan, 6, 24-35).

La epístola (Efesios 4, 17.20-24) nos recuerda que el cristiano es un hombre nuevo. Ha de abandonar, por ser discípulo de Cristo, su modo de vida anterior y revestirse del hombre nuevo que es Cristo. – Esta enseñanza de San Pablo nos sitúa en nuestra nueva condición, como nuevas criaturas nacidas de las Aguas Bautismales; por lo tanto en nuestra actualidad post-pascual. Así nos ayuda esta enseñanza a visualizar y practicar la Eucaristía – SACRIFICIO Y CENA FRATERNA- teniendo en cuenta la luz pascual que ilumina el Misterio Eucarístico desde que es anunciado en el Éxodo y en la Multiplicación de la “Pascua del Pan de Vida”, hasta su plena realización sacramental en la CENA PASCUAL.

Después de meditar en esta Revelación recibida, no podemos menos que acercarnos reverentes al Misterio que en la Eucaristía se nos entrega: “El mismo Cristo muerto y resucitado que nos da a comer su carne y beber su sangre en este Banquete que celebra y anticipa la Vida eterna. Hoy de nuevo decimos con los discípulos, testigos y depositarios de esta gran revelación y don de Dios: “SEÑOR, DANOS SIEMPRE DE ESE PAN”.