Francisco de Quevedo, España
A fugitivas sombras doy abrazos;
en los sueños se cansa el alma mía;
paso luchando a solas noche y día
con un trasgo que traigo entre mis brazos.
Cuando le quiero más ceñir con lazos,
y viendo mi sudor, se me desvía,
vuelvo con nueva fuerza a mi porfía,
y temas con amor me hacen pedazos.
Voyme a vengar en una imagen vana
que no se aparta de los ojos míos;
búrlame, y de burlarme corre ufana.
Empiézola a seguir, fáltanme bríos;
y como de alcanzarla tengo gana,
hago correr tras ella el llanto en ríos.
SINTESIS BIOGRAFICA
Poeta, novelista, político, moralista, asceta, misógino, burlón, genio del concepto y la palabra… Ese es Francisco de Quevedo (Madrid, 1580-Villanueva de los Infantes, 1645) y así se retrata en sus escritos. Sus burlas a Góngora –ya famoso cuando él iniciaba su carrera– fueron una forma poco amable por no decir cruel de hacerse un nombre, ambición que no tardó en conseguir gracias a su prosa directa, llana y alejada de artificios (recordemos La vida del Buscón, llamado Pablos o Los sueños), y a una poética de enorme hondura. Cantó al paso del tiempo, la sociedad en la que vive, la decadencia, la vejez o la nostalgia, pero sobre todo el amor, un amor vencedor de la muerte y cantado con tal sentimiento que lo sitúa –según el filólogo García de la Concha– en la cima de la poesía amorosa. El soneto que encabeza nuestra selección es para el también filólogo y literato Dámaso Alonso (1898-1990) el mejor de Quevedo y de la literatura española.
https://www.estandarte.com/noticias/varios/-poemas-inolvidables-de-francisco-de-quevedo_4339.html