José Ángel Buesa, Cuba

 

Yo he visto perlas claras de inimitable encanto,

de esas que no se tocan por temor a romperlas.

Pero sólo en tu cuello pudieron valer tanto

las burbujas de nieve de tu collar de perlas.

 

Y más, aquella noche del amor satisfecho,

del amor que eterniza lo fugaz de las cosas,

cuando fuiste un camino que comenzó en mi lecho

y el rubor te cubría como un manto de rosas.

 

Yo acaricié tus perlas, sin desprender su broche,

y las vi, como nadie nunca más podrá verlas,

pues te tuve en mis brazos, al fin, aquella noche

vestida solamente ¡con tu collar de perlas!