Agustín Acosta

Poeta Nacional de Cuba

 

Aquí estoy. Este árbol que sembré me conoce;

se deshoja en saludos y sus frutos me ofrece.

Mi mano lo acaricia como a un niño. Y él sabe

que yo no soy la mano del hacha que lo hiere.

 

Él me mira, me mira con su millón de hojas;

y como si quisiera expresar su alegría,

mueve sus largas ramas y me dice un secreto:

y yo siento un temblor de siembra y de caricia…

 

Todo cuanto se siembra es parte de uno mismo:

un hijo, un árbol… Todo. Y yo, que no he podido

ver florecer en hombre la siembra de mi sangre,

¡amo al árbol que siembro cual si fuera mi hijo…!