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“La fatiga nos convierte a todos en cobardes.”, Vince Lombardi

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Fernando Londoño Hoyos

Periódico Debate

 

Se atribuye al Conde Duque de Olivares la frase de este título, dicha cuando veía los tercios reclutados para la guerra de Flandes salir en pos de una gloria esquiva y una muerte próxima.

Po eso suponemos que el Comité del Paro, compuesto por gente bastante menos avisada que el Conde, pero igualmente insensata, dice lo mismo cuando ve marchar los jóvenes que lo siguen sin saber por qué ni para qué. Que hermosos marchan a la muerte.

Los españoles tenían la vaga idea de combatir por la gloria de la patria. Los de acá no tienen la menor por idea de la razón que los impulsa a matarse y matar a otros que no conocen. Ni les importa.

Y así, entre canto y canto y entre grito y grito vamos por los cien mil muertos por el Coronavirus, según la cifra oficial, que campea a sus anchas en los desfiles de las huestes del Comité del Paro. Si le creemos a la Organización Mundial de la Salud, que calcula entre dos y tres veces más los muertos que los registrados oficialmente, estamos por los lados de trescientos mil muertos por la plaga. Si solo fuese un tercio de la cifra compuesta por los jóvenes que gritan idioteces por un puñado de billetes que ponen en sus manos para protestar, quiere ello decir que el Comité del paro carga con cerca de cien mil colombianos asesinados. “Qué hermosos marchan a la muerte”.

Los médicos y los científicos pueden decir lo que quieran. La turba sigue gritando y el Covid sigue matando. Este domingo, escribimos antes de ese momento nefasto, se sustituyen los bloqueos por un gran concierto en el Parque Nacional, que matará un buen número de personas. Pero qué importa. Todo sea por el derecho a la protesta pacífica.

Con el concierto o sin el concierto, los bloqueos y las algazaras continúan. Bogotá da cuenta de ello y Cali lo sigue sufriendo. Garantía de que continuaremos con las UCI llenas, los hospitales en dramática emergencia, la reactivación de la economía cada vez más improbable, los precios de los alimentos en las nubes, los pobres cada vez más pobres y el hambre cada vez más despiadada.

Lo que salga costando este paro, nadie lo sabe. FASECOLDA se queja de siniestros por más de ciento cuarenta mil millones de pesos. Los riesgos no asegurados multiplican esa cifra varias veces. De ahí los negocios cerrados, el desempleo galopante, las pequeñas y medianas empresas destruidas. Nadie sabe si algún día regresen ni a qué costo.

Las exportaciones de café de un mes entero andan bloqueadas en Buenaventura. Las de azúcar siguen en la línea. Los ingenios cerrados, los cafetales sin abono, las gallinas que mueren por millones, la leche que para en los caños, la carne a precios imposibles, ahí queda parte del cuadro lamentable. Pero qué hermosos marchan a la muerte.

Algo de circo tiene que acompañar la falta de pan. El Congreso le acaba de quitar al ex Magistrado Leonidas Bustos, sus títulos y prerrogativas y lo manda a la Corte, a sus colegas, para que lo pidan en extradición a Canadá. Tiempo y esfuerzos perdidos. Intento vano. Y lo piden por patrañas de doscientos millones de pesos y un reloj Cartier. No se vive años en Canadá con un reloj y doscientos millones. La fortuna de Bustos no la toca nadie y sus compañeros de Corte tendrán buen cuidado en dejar el tema en silencio. Cuentan los vecinos de ese sujeto que vieron salir de su apartamento una pinacoteca impresionante. Nadie acudió para incautarse de ella cuando era tiempo. El cartel de la toga sí funciona, amigos queridos.

En Cali mataron a mansalva un policía dentro de un CAI y tasaron la tortura en diez puñaladas y tres disparos. No será Vivanco el que proteste, ni el Arzobispo Monsalve el que lo llore.

Pero al tiempo, qué triunfo el de la Justicia, el Policía que causó sin quererla la muerte de Dilan Cruz, mozalbete nada ejemplar, valga decir, irá a la jurisdicción ordinaria. Quisiéramos saber cuál Policía se atreverá a disparar su arma disuasiva con ese antecedente. Que las turbas paralicen, maten, incendien, qué mas da. La impunidad está garantizada.

Mientras tanto, hombres en uniforme muertos por francotiradores, bombas que estallan en las Brigadas y un Comandante del Ejército que da griticos pero no combate, y un Director de la Policía al que le parece muy bien que la cambien por otra, condenándola como culpable de todos los heridos y los muertos. Y no hablar, para qué, del Comandante en Jefe. Que masacren política y moralmente  a sus hombres, no interesa. ¡Con tal de que Soros quede tranquilo!

Esta es Colombia, Pablo. Pero qué hermosos marchan nuestros jóvenes a la muerte.

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